viernes, 7 de octubre de 2011

MERIDIANO 37


No estoy completamente seguro donde termina el viaje de mis Obras Invisibles y empieza su hermenéutica, pero los métodos y sistemas de exploración telefónica me permiten plantear lecturas siempre abiertas, infinitas, que van y vienen en la orilla no continua del tiempo, que no terminan en una instalación (el cajón de sastre del arte contemporáneo) sino articulados en una experiencia artística donde toman sentido imágenes que poseen índices de invisibilidad. El uso de la telefonía no es la obra en sí misma pero sí un útil dispositivo de telecomunicación para enviar “sondas” artísticas a destinatarios inciertos. Me refiero a que la expectativa de estas “sondas", dados los contenidos e información involucrados, es predisponer en dicha experiencia el establecimiento de un medidor de la actividad ideológica más que un análisis de la tendencia de valores perceptuales. De darse esta situación, el ámbito de las explicaciones estéticas se extiende hacia la identificación de tendencias culturales y la prognosis de las instituciones artísticas.

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