martes, 25 de octubre de 2011

MERIDIANO 18


Por eso, entre las dos últimas décadas del siglo veinte (1987-1993), reconsideré titular The Last Workin’Class Artist Box al proyecto, intentando aludir así no sólo al destierro de los artistas de la república sino también al desarrollo de la cultura local por causas externas. Loyola Records no estaba interesado en seguir a la soporífera escena artística sino mostrar la globalidad ensayada por el experimento político chileno. Un espejo donde se refleja la vuelta a los excesos de clase y el fomento de la separación social y comunicativa. Por eso decidí que mis obras “invisibles” además de ser hiperrealistas (intervenciones que sólo pueden ser vistas si desprejuicias la mirada) fueran tituladas “Fuckin’Marcianos”.

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