martes, 13 de septiembre de 2011

MERIDIANO 60


Teniendo a la vista la consideración revisionista de los spaghetti westerns, no sólo los tres primeros directores de la Academia (Cicarelli, Kirbach y Mochi) llegaron a nuestro país de la misma manera que Django lo hizo: arrastrando el propio ataúd por un pueblo donde no sólo los terremotos y el fango reinan. También rige el desalmado y estiloso neoliberalismo, disfrutando de los estereotipos en lugares que no cita nadie. Establecidas las coordenadas, decido enfrentar esta condición cultural sin obviar los intentos artísticos de comprensión conservadora de la contracultura local. Tal vez, por eso mismo, y en todo orden de cosas, Chile sea un país en extremo legalista con una peculiaridad que no puedo dejar pasar: la sed de justicia mediante el raro hábito de no nombrar las cosas por su nombre pero hacerlas igual, inclusive a costa del manejo flagrante de la justicia conmutativa por sobre la distributiva. Por razones históricas obvias, pero también económicas. No sé si me explico.

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