sábado, 24 de septiembre de 2011

MERIDIANO 49


Esto fue uno de los ingredientes, inevitables, para desarrollar mi proyecto de espaldas al carácter instrumental manifestado por la escena chilena, explicando con esto, en parte, el personal desinterés en revelar Loyola Records en su complejidad porque no estaban las condiciones de aceptación y entendimiento ni se ajustaba a lo imperante de la institucionalidad artística. Advierto que tampoco busqué tener eco con mis compañeros de generación, ni con los artistas del momento o con los del pasado. Mis estrategias no exigían injerencia en nada. En parte, porque mi decisión de ser artista la tomé sólo porque estaba familiarizado con la historia del arte (mi refugio en tiempos de dictadura) y, por lo tanto, no ignoraba el estado del acceso y producción de conocimiento artístico con apariencias globales, regionales y locales. También, porque busqué un espacio para desarrollar mi proyecto fuera de lo brutal de los tratos endogámicos en la escena artística local, independencia posible gracias a las condiciones que otorgan las tecnologías y los medios de comunicación a nivel usuario permitiendo desmarcarme de los vaivenes de la moda, eludir cualquier conato de censura y sentirme a gusto para reflexionar sobre nuestra condición cultural con autonomía.

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