jueves, 15 de septiembre de 2011

MERIDIANO 58


El rebuscamiento y entereza acartonada de la cultura chilena de la dictadura, se había trasvasijado en democracia a políticos, empresarios, periodistas, artistas e intelectuales refiriéndose quizás ya no al golpe de estado como pronunciamiento ni llamar a la dictadura, período autoritario, pero había mucho de eso en cómo eran denominados con palabras que no corresponde a los hoyos de la calle (“eventos”), despidos (“desvinculación”), indigentes (“personas en situación de calle”) o a la finalización de una huelga (“negociación colectiva”). Hay muchos ejemplos de estos eufemismos que encubren prácticas coercitivas desde la esfera del lenguaje. Creo que por eso la trama artística de mi país, sus vueltas de tuerca y trucos de guión me parecen sacados de un spaguetti western, teniendo en cuenta que en esas películas nunca hay buenos-buenos y todos siempre son malísimos.

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