jueves, 29 de septiembre de 2011

MERIDIANO 44


En un principio, la experimentación del proyecto Loyola Records con la telefonía fue incómoda porque dicha exploración ocurría cuando aún toda opinión disidente sorteaba los métodos de amenazas, seguimiento y espionaje telefónico por parte de la policía política. Hablar por teléfono era uno de los paradójicos umbrales de atenuación o neutralización del diálogo al ser un espacio “intervenido” por los servicios de inteligencia, que mediante técnicas intrusivas de espionaje acotaban las acciones operativas de Terrorismo de Estado y la violación sistemática de los derechos humanos. Así, el uso artístico de la telefonía significaba más que un medio “alternativo” de producción estética, representa los preceptos técnicos de las estructuras de poder para analizar información abierta y cerrada de cómo funcionamos, cultural y políticamente. En el presente globalizado, el monitoreo en red de nuestros datos privados ha actualizado la recolección intrusiva de información para fines discriminatorios o de supresión o persecución. Con estos antecedentes, decidí hacer uso de la palabra “intervención” para explicar una metodología artística que no sólo busca asociaciones con las operaciones promovidas por las vanguardias, también, para no olvidar los eufemismos utilizados en la trastienda medial de la dictadura y la transición “a la chilena”.

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