sábado, 23 de abril de 2011

No pasan únicamente cosas descabelladas en los aeropuertos. Basta recordar la descripción que hace Eric Fischl de una clase de dibujo "impartida" por Allan Hacklin en 1970 en Cal Arts: "Llegué tarde. Empezaba a las nueve o diez de la mañana, pero no conseguí llegar hasta las once. Entré en el estudio y todo el mundo estaba desnudo. ¡Genial! Todo el mundo estaba desnudo, la mitad de la gente estaba cubierta de pintura. Rodaban por el suelo, sobre papeles que habían arrancado de un rollo. Los dos modelos estaban sentados en la esquina totalmente inmóviles, muertos de aburrimiento. El resto de la gente andaba por allí tirando cosas, se subían al tejado y saltaban dentro de los botes de pintura. Aquello era un zoo". Tal vez esa actitud desconsolada de los modelos, aburridos y marginados sea lo mejor de esa clase al desnudo. Lo malo no es que Fischl llegara tarde es que ese retraso condicionó para siempre su concepto de la pintura. Además esta anécdota le permitió al recalcitrante de Kuspit sacar conclusiones penosas. Peor para ellos que no supieron apreciar el arte de lanzarse en pelotas a un botes de pintura como si fueran piscinas enanas de circo. ¿De qué sirven tremendas acrobacias si el público está amodorrado?

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