martes, 15 de noviembre de 2011


hay otro punto en común con domingo. la gastronomía. algo que intento mantener con bajo perfil y que es parte de mi pasado. prefiero respirar cómodamente bajo la performance de bárbaro ilustrado. el asunto es que recorrimos cuenca y medio degustando restoranes y lugares de paso. sin embargo, uno de los más cutres fue uno ubicado en una esquina de calle larga, de comida trasandina y encubierto pretensiosamente en onda lounge. donde comí la última noche antes de retornar a casa. por educación, contuve el aguante no sólo ante unos discos sobrevalorados sino ante un desatinado administrador. el contraste con dicho entorno hiperventilado fue más que evidente, sobretodo, porque la noche anterior estuve invitado a comer en la vinoteca, atendido nada menos que por el mismo agustín landívar. su amabilidad ecuatoriana y orgullo cuencano es otro de los exquisitos recuerdos que retengo de mis once días en el meridiano inquietante.

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