como mi decálogo de invisibilidad exige, aunque en realidad son sólo nueve mandamientos, procuré no hacer lobby ni networking alguno. esto me permitió vivir mis once artísticos días en cuenca con esa libertad que me es habitual. bajo esta lógica compartir con jorge pineda, un artista dominicano del mundo, fue estimulante. un sentido del humor a toda prueba que va de la mano con una agudeza crítica de esas que no existen en chile. en los artistas chilenos, quise decir.
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