acá, bajo el calor abrazante del área metropolitana me encuentro postproduciendo la intervención de cagón and crista en cuenca. la renderización anda ahí no más. en los intertantos redacto unas respuestas a artishock (o algo así) sobre cómo nos fue. me da lata escribir o dar vueltas al asunto porque siempre lo publicado es cualquier cosa menos lo que realmente pensamos como artistas. por otro lado, intento hace dos semanas redactar algo a fernando al respecto y, aparte de tener una serie de gags, nada. recuerdas, domingo, a la periodista de cuenca que nos hizo perder tiempo explicando en qué andábamos para terminar en una foto sin ningún rendimiento de nada. bueno, ¿acaso así no es siempre? miro con atención cómo se comportaban los espectadores en la sala de exposiciones de la facultad de atrquitectura, mientras cagón se desplazaba arriba del hielo y las gogo dancers andinas intentaban imaginar qué diablos hacían ahí. reconozco caras y desconozco actitudes. hace muchos años, fui invitado a realizar una intervención en una extinta sala capitalina (la posada del corregidor) donde exhibí una sala aparentemente vacía porque tenía unos espantacucos prestados por la pikina errázuriz, usados en una instalación de cientos de años atrás y una línea vertical trazada en una de las esquinas de la sala. en realidad, la obra era térmica pero esa es otra historia. el asunto es que al día siguiente de la inauguración (evento al que no asistí), unos conocidos bien conocidos me golpeteaban la espalda y celebraban mi obra, analizándola con un rigor de esos. lo que no sabían es que un asistente mío andaba grabando la reacción de los presentes ante mi obra durante la inauguración y documentó cómo estos entusiastas fans jamás entraron a la sala vacía, pasando de largo a la muestra del segundo piso. bueno, uno de ellos entró pero salió de una. cuestiones del buzz. y de las obras invisibles.
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