La llegada a Cuenca es con retraso. Las escalas en Guayaquil y Quito son inquietantes. Me dedico a hacer zapping e intentar impregnarme de lo que consumen los ecuatorianos telemáticamente. Empiezo a degustar noticiarios, teleseries, programas de evasión y canales que no tengo en Chile. El jetlag golpea mi puerta y eso que provengo de la región. No hay tiempo para resacas. Del por qué nunca me miras desde donde yo te veo es un título tan lacaniano como aquel que utilizaré para nombrar todo lo que postearé entre el once de noviembre y el treinta y uno de enero del próximo año: Cómo lo que miro nunca es lo que veo. Cómo lo explico. A ver. Lo que exhibo en la Bienal es lo que están leyendo en este blog. Lo que lees ahora, en los posteos anteriores y en los que vendrán. He dispuesto en este blog mi obra por etapas. Por ejemplo, desde el posteo 13 (cuando Fernando me invita) hasta el posteo 316 (donde fusiono porno con celan), publicaciones que agrupé bajo el título Ecuatorial. Lo posteado entre el 316 y el 374 (a la manera de los 49 acápites del discurso de Celan) ha sido titulado Meridiano y, ahora, hace dos posteos y hasta el 11 de noviembre, estaré bajo la égida del lacaniano Del por qué nunca me miras desde donde yo te veo.
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