Recepción en Cuenca. Lo primero que me dicen, bajando del avión: Domingo lo espera en el hotel. Caramba. Agregan que me estuvo esperando, entre periodistas y televisión incluída. Lo conocí hace dos años, a través de Fernando Castro Flórez, y con mucho aplomo decidí trabajar con él. No quería una simple colaboración o una reducción de los propios discursos artísticos en aras de lo colaborativo. Han sido dos años de una amistad telemática tejida mediante sonidos, textos e imágenes descargables desde la web. Pero también un período donde hemos intercambiado ideas y planificando lo divino y lo profano en conversaciones telefónicas. No he realizado el catastro de todo lo que hemos realizado en todo este tiempo pero nadie pensaría que, en realidad, no nos conocemos. Nunca hemos estado juntos. Bueno, hasta ahora, en Cuenca. Nuestro encuentro es otra obra más de la Bienal. Mientras estoy a la espera de mi equipaje, pienso si podrá ser comprendido esta reunión como un gesto artístico. Mientras tanto, las chicas que efusivamente me reciben señalan que Domingo fue persuadido para que nuestro encuentro fuera en el centro histórico, dado mi retraso evidente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario