martes, 14 de junio de 2011

Un campesino celoso mató a su mujer. La descabezó de un solo machetazo. Pero, truncada y todo, la cabeza seguía aduciendo su felicidad




MERIDIANO Fug And Busted » Keep your chocha clean
Sal gorda y aceite de oliva
Aristóteles, por su parte, atestigua que un sacerdote de Júpiter fue decapitado y que separada ya del cuerpo su cabeza señaló al asesino, que fue preso, juzgado y condenado por ese testimonio.



Más cerca de nosotros, Norman Mailer, el novelista norteamericano, escritor de unos cuantos cuentos a pesar de haber manifestado muchas veces su desprecio por el género, pergeñó uno brevísimo. Se titula Eso y refiere al caso de unos soldados en el frente de guerra. Atravesaban las alambradas de púas cuando una ametralladora rompió el fuego. Uno de ellos siguió caminando hasta que vio su cabeza en el suelo. Dios, estoy muerto, dijo la cabeza. Y su cuerpo se derrumbó.

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