viernes, 3 de junio de 2011

BATALLITA


BATALLITA CON BIENNALE, remordimientos, soldado hipnotizado, artistas raros, coches locos, barcos varados, conspiración anti-GPS, paisaje entrópico y lobos

...Corría el mes de Septiembre de 2005 y en Tashkent se celebraba una Bienal de Arte ("Biennale" la llamaban los organizadores). Acababa de ocurrir la matanza de Andiyán (Valle de Fergana) en la que el gobierno uzbeko masacró a cientos de manifestantes. Las noticias eran muy confusas. Nosotros nos enteramos de que había sucedido algo grave porque recibimos el e-mail de una artista australiana que nos comunicaba su decisión de no participar como protesta por "los acontecimientos de Andiyán". Fue la única. Ahora, sabiendo mejor lo que pasó, creemos que no teníamos que haber participado. Por otro lado, queremos pensar que celebración de una bienal en un país sin revistas de arte, galerías, museos, y con el acceso a internet bastante restringido, se convirtió en un acontecimiento importante para los artistas locales (¡ejem!). La Bienal estaba organizada por personas vinculadas al clan de Karimov. El direktor artístico era un oscuro profesor húngaro que vivía en París, experto en la obra de Malevitch.

Al llegar a Tashkent conocimos a nuestro “intérprete”, un joven y enorme karakalpakstaní que había formado parte de cuerpos especiales del ejército uzbeko. Nos contó que antes del combate les hipnotizaban para que luchasen con más fiereza y luego no recordasen nada. Marx -ese es su nombre- presumía de distinguir con absoluta certeza a un terrorista sólo por la mirada (imaginad lo que esto supone en una persona entrenada y armada precisamente para matar terroristas). Hemos seguido en contacto y actualmente somos facebook-friends. Creía en la existencia de un libro mágico escondido en el desierto de Uzbekistán donde están las respuestas y soluciones para todo. Según el, quien lo tenga dominará el mundo. Luego hemos visto que esta creencia y la de que donde aparecen ciertos libros se encontrarán tesoros, están muy extendidas en Asia Central. Hace unos meses, en Kazajastán, perdimos dos días porque alguien decidió que éramos buscadores de tesoros y que el conjunto trípode-GPS era un "metal-detektor"...Por culpa del malentendido, los “acompañantes voluntarios” autorreclutados por el desierto se enfadaron mucho con nosotros.

Los sucesos de Andiyán tuvieron repercusiones casi inmediatas en el orden del Gran Juego de Asia central. E.E.U.U. censuró la matanza y Uzbekistán cortó relaciones con los americanos en favor de Rusia y China. Como consecuencia de estos cambios de última hora, "la Biennale" incorporó a un siniestro grupo de norcoreanos que presentaron una obra conjunta consistente en un huertecito chapucero, gallinas vivas, máscaras de gas colgadas de postes y ramas de árbol, carteles con la palabra "paz" escrita con mayúsculas en coreano, ruso e inglés y señales de radioactividad con calaveras, mezcladas con el signo hippie de la paz.

Una de las cosas que más nos impresionó fueron los cuadros de los artistas turkmenos, kyrgykos y tayikos, auténticos compendios de síntomas psicóticos verdaderos (o sea, no "artísticos"). En ellos era frecuente la presencia de un personaje principal, más o menos desdibujado por los bordes, sin pies, muñones en lugar de manos, algunos sin orejas, o éstas exageradamente grandes, sin bocas...o con bocas gigantes llenas de dientes,...todo esto diluído en un limoso fondo marrón o gris. Uno de los cuadros representaba a un hombre sin cara con los brazos largos y finos flotando en un cielo estrellado entre planetas y cometas. La impresión general era la de un grupo de "Alcoleas" bañados en gasolina y después tirados a un charco de barro, pero más pequeños y sin marco.
Algunas artistas uzbekas hacían patronajes de moda y vestidos de papel para ballet. También había quien pintaba grandes cuadros geométricos a mano alzada.

En un acto solemne con caviar, gente vestida de paje, autoridades locales (¿ministro?), importantes "cargos culturales" venidos de Rusia, Turquía, Armenia y Kazajastán,...tuvo lugar la entrega de premios por sorpresa (al menos para nosotros, que no supimos que concursábamos hasta ese momento).
El primer premio, una medalla de oro (?) y un gran fajo de billetes locales, fue para un pintor y escultor uzbeko de origen ruso que hablaba perfectamente italiano. Hacía fantasías académicas en un estilo entre Balthus y el de algunos ilustradores de Biblias infantiles, con inspiración de Las 1001 Noches, Tamerlán, y Samarkanda. No nos hablaba porque Solana había bombardeado Belgrado.
El segundo premio, consistente en otra medalla, un diploma y un fajo más pequeño de billetes, fue a parar al representante iraní, propagandista del régimen de los Ayatolás, muy antiamericano (con un concepto ampliado de "lo americano", que incluye todo lo que no sea islámico, chino, ruso, o notoriamente indígena) al que, sin embargo, encantaba bailar bajo los efectos fulminantes del vodka artesanal y tirar los tejos a las chicas "occidentales". Tallaba peces en piedras blandas y los echaba "de nuevo" al río con la ayuda de su hijo de cinco años (nos hizo un pase de diapositivas).
A una azerbayana de voz extraña le dieron un diploma, billetes, y además le pusieron un elegante traje granate de lana y seda típico de Asia Central. No recordamos lo que hacía. Ella era como su voz.
Nuestro amigo Morgan, nativo de Chicago con pinta de actor secundario caracterizado de gángster, se llevó otra condecoración sin billetes por dos videoproyecciones enfrentadas de chicas griegas guapas fumando y echando humo a la cámara.

Durante dos semanas compartimos hotel, "actividades culturales", comimos juntos, bebimos vodka, nos iniciamos en el arte centroasiático del brindis oratorio (celebración por turnos rigurosos de la Amistad y buenos deseos para todos adornados con historias...según avanzan los brindis, la emoción acumulada se convierte en abrazos, besos y sinceras lágrimas de felicidad), bailamos la música pop de moda en la región (los pasos de estos bailes son una mezcla de ská de borrachos salvajes con momentos bollywoodianos desconcertantemente delicados al más genuino estilo oriental...), asistimos a "plov" matutinos consistentes en reuniones en torno a un plato de arroz con cordero, verduras...y vodka (hubo alguno, exclusivo para hombres, a la razonable hora de las 5:00 am), hicimos un viaje de grupo a Samarkanda (allí estaban de nuevo los pajes con largas trompetas y chicas vestidas con bonitos trajes que nos iban dando flores según bajábamos del autobús) y nos divertimos intentando dar esquinazo a nuestros vigilantes kagebianos con dientes de oro.

Cuando acabaron las celebraciones y se disolvió la concentración artística, nos dirigimos al Mar de Aral haciendo largos desvíos para visitar por el camino los highlights del país en "taxis" de largo recorrido compartidos con entre seis y ocho personas que intentaban triturarnos con sus cuerpos. El protocolo consistía en sentarse en el interior del taxi y esperar durante horas a que éste se llenase para empezar el viaje. Como además era Ramadán, no estaba bien visto comer ni beber en todo el día, aunque el camino transcurriese por un desierto.
...Imaginaos muchas aventuras con gente que te quiere arrancar la mochila cuando el coche para, diarrea (open toilet), mucha arena, calor, sed...Recordamos al conductor cabreado, sordo y suicida que nos llevó solos de Khiva a Nukus y ponía música máquina rusa a tope mientras avanzaba a toda velocidad por el desierto con un vehículo tipo "Lada” con las ventanillas bajadas, ignorando que el "camino" no estaba asfaltado y sí en cambio, lleno de agujeros. Cada vez que paraba en seco para echar gasolina de unas botellas de Cocacola (¡ah!, el olor de la gasolina en la nariz rellena de polvo...), pensábamos que a lo mejor quería matarnos y dejar nuestros cuerpos por ahí tirados.

NUKUS: Aquí, en el extremo norte del país, al borde del desierto, se encuentra el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo...y Etnográfico, más importante de todo Asia Central. Sin comentarios. Nos alojamos en casa de un griego perteneciente a Restauradores sin Fronteras (años después llegó a comisario de la Biennale uzbeka) y sus dos colaboradores búlgaros con quienes formaba el equipo de restauración del importante museo. Su método de trabajo consistía en reintegrar libremente las zonas dañadas de la pintura, a veces de forma un poco demasiado creativa, como hacían antes los curas de los pueblos.
Desde Nukus fuimos a Moinaq, uno de los principales puertos pesqueros de la antigua U.R.S.S. Nos llevó un señor originario de Moinaq que se quedó flipado al ver con sus propios ojos el desastre ecológico en el "puerto" donde había pasado su infancia.


Los famosos barcos varados estaban a muchos kilómetros del mar actual y entre ellos vimos pasar un grupo de camellos. Como sabéis, el aire, la tierra y el agua están contaminados a causa del decrecimiento desde los años 70 del mayor lago interior del mundo por culpa del cultivo descontrolado de algodón. Esto ha dejado en la superficie enormes cantidades de contaminantes causantes de enfermedades respiratorias, cánceres, anemias, abortos...que se suman a la miseria de una población que hasta hacía muy poco vivía de la pesca.
Íbamos ya por aquel entonces (2005) con la idea de poner una placa a unos 100 km. al norte de donde nos encontrábamos, pero el GPS no funcionó durante todo el viaje. Seguramente el satélite fue cegado temporalmente por motivos militares.
Este año sí hemos llegado al Paralelo 45º25´N en Uzbekistán. Plantamos la placa al borde de una meseta que se deshace en un barranco hacia la estrecha mancha azul turquesa en mitad del desierto sobre el que han vivido los peces y navegado los barcos, conocido como Mar de Aral.
Por la noche dormimos a salvo de los lobos en una remota estación metereológica en el camino hacia Kazajastán.

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