lunes, 2 de enero de 2012

MERIDIANO 10


Las versiones de Fuckin’Marcianos exploran las consecuencias que tiene experimentar el presente, por ejemplo, el de la actualidad chilena, desde el mundo de la vigilia al que se refieren los sueños. Así, renuncio a toda interpretación manifiesta hasta que ocurre el montaje chocante de todas las intervenciones realizadas, dejando aparecer significados aún no conscientes que comentan la realidad concreta: una sincronía presente que deja aparecer fantasmagorías. Esta acción disuelve la sensación de lo novedoso en la exhibición, experiencia que aspira nada menos que a la redefinición de la discordia entre el ego del artista y el interés por desestablecer la modalidad de “autor”. El encadenamiento ininterrumpido de significados que enlazan la crisis de la firma con la autoría múltiple no debe desconocer los caudillismos de André Bretón y Guy Debord, ni eludir las disputas onomásticas entre Hueselbeck y Tzara o Maciunas y Watts, que rayaron en lo absurdo por pretender imponer cuándo y quién fue el primero en acuñar los criterios terminológicos de la colectividad.

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